Directamente desde Manrique oriental, llega todos los días un hombre de rostro cansado, de contextura física delgada, no muy alto, pero tampoco se podría considerar de baja estatura, cordial, servicial, un trabajador incansable se presenta todos los días atrabajar como vendedor en el parque más emblemáticos de la Comuna 15 de Medellín, el parque de Cristo Rey.
Hace 60 años este hombre encontró su forma de sustento económico en el maíz pira, el aceite y la mantequilla, además de mucho esfuerzo y dedicación, y aunque no sea mucho dinero el que se gane, como el dice: “alcanza para sobrevivir”.
Desde hace 30 años este hombre es el responsable de un dulce aroma parecido al de la miel, pero es el inconfundible olor del maíz y la mantequilla derretida, un olor que atrae niños, adultos y curiosos comensales que se ven atraídos por lo fácil de reconocer y el delicioso aroma a las crispetas.
Se llama Carlos YepesBetancur, actualmente tiene 72 años y desde los 12 desempeña este oficio, siendo todo un pequeño comenzó en este negocio ayudando a otro vendedor a sacar los pedidos y ayudándole en lo que fuera posible, de ese primer trabajo como ayudante descubrió el secreto, y montó su propio negocio, tal vez por esto su producto tiene un olor y sabor tan diferente al del resto de vendedores que se hacen en el parque con el mismo producto… tantos años en el servicio no son en vano.
El señor Carlos ha presenciado bastantes cambios en el parque de Cristo Rey, tanto en la infraestructura como en lo cultural, ha visto riñas, matrimonios, bautizos, misas, ebrios bailando y cantando, de todo tipo de cosas que se puedan presenciar en un parque como cualquier otro de la ciudad. Carlos es del suroeste antioqueño, de Betulia, estuvo casi 30 años de plaza en plaza buscando un lugar tranquilo para establecer su negocio, y lo encontró en Medellín en el parque de Cristo Rey.
Próximamente el parque Cristo Rey será remodelado por la EDU, y se ha generado incertidumbre entre quienes viven de vender allí sus productos. Los habitantes de este parque como don Carlos esperan que sea para mejorarlo pero que ellos puedan seguir allí con sus ventas y servicios lo cual le da vida al espacio.
Un parque reconocido por la tranquilidad, por lo estético del templo católico Cristo Rey, la bondad de su gente y la serenidad de su ambiente. Aunque el señor Carlos admite que el lugar es muy poco concurrido en semana, no tiene duda que los sábados y domingos el parque tiene otro tipo de ambiente y cobra vida. Llega una mayor cantidad de comerciantes con diversos productos y servicios. Desde muy temprano llegan los campesinos de Santa Elena con flores y verduras, vienen más vendedores de comestibles, el señor de los inflables, alquiler de carritos para niños, venta de artículos diversos, minutos celulares y los caballos, los cuales dejaron de traer de Itagüí y ahora viene una yegua de Belencito Corazón, la variedad es mucha, más aun en épocas de verano. El parque también tiene juegos infantiles que atrae muchas familias con niños.
Hay un sector donde los ajedrecistas se sientan a jugar y otros a observar la jugada. “Viene mucha gente a conversar y los que salen de misa se quedan un rato compartiendo, le dan comida a las palomas que hay a montones. Hay muchos negocios alrededor y ahora viene más gente por los paseos de perros”. Afirma don Carlos conocido por los visitantes del parque no solo por sus críspelas, sino por su permanencia.